Dios se deja conquistar por el humilde y rechaza la arrogancia del soberbio votos 1
Dios se deja conquistar por el humilde y rechaza la arrogancia del orgulloso. votos 1
No es arrogancia si puedes sostenerlo votos 0
La exigencia de ser amado es la máxima arrogancia votos 0
La singularidad siempre parece tener una gota de arrogancia votos 0
La peor arrogancia es la arrogancia producto de la ignorancia votos 0
De la arrogancia nace el odio; de la insolencia, la arrogancia votos 0
Es pasajera la felicidad de todos esos que ves caminar con arrogancia votos 0
La avaricia y la arrogancia son los principales vicios de los poderosos votos 0
Dios se deja conquistar por el humilde e rechaza la arrogancia del orgulloso. votos 0
La arrogancia es la manifestación de la debilidad, el miedo secreto hacia los rivales votos 0
La belleza sin humildad no es belleza, es vanidad. La grandeza sin valor propio se vuelve arrogancia. votos 0
Todo arrogancia es odiosa, pero la arrogancia del talento y de la elocuencia son de las más desagradables votos 0
La generosidad es dar más de lo que puedes y la arrogancia es tomar menos de lo que necesitas votos 0
El Maestro dice: El pródigo es arrogante y el avaro es mezquino. Es preferible la mezquindad a la arrogancia votos 0
El té carece de la arrogancia del vino, del individualismo consciente del café y de la inocencia sonriente del cacao. votos 0
No preocuparse en absoluto de lo que la gente opina de uno mismo, no sólo es arrogancia, sino también desvergüenza votos 0
La arrogancia de corazón es un atributo de los hombres de bien, la arrogancia de los modales es un atributo de los imbéciles votos 0
Temprano en la vida tuve que elegir entre la arrogancia honesta y la humildad hipócrita. Elegí lo primero y no he visto razón para cambiar votos 0
Debo reconocer que un hombre que concluye que un argumento no tiene realidad, porque se le ha escapado a su investigación, es culpable de imperdonable arrogancia votos 0
El matrimonio da humildad a las mujeres y arrogancia a los hombres. votos -1
No debemos quejarnos de los hombres por su rudeza, su ingratitud, su injusticia, su arrogancia, su amor a sí mismos o su olvido de los demás: están hechos así. Tal es su naturaleza. Irritarse contra ellos es como censurar a la piedra porque cae o al fuego porque quema.